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El Trabajo Emocional de la Mujer y  Qué Podemos Hacer
 
Con todo lo que está pasando en el mundo muchas mamás están más estresadas que nunca. Por años, Gemma Hartley ha divulgado el concepto de trabajo emocional que hacen las mamás. Ella comparte algunas ideas de qué es posible hacer para generar cambios a favor de relaciones más equitativas.
 
Trabajo emocional como ella lo define es el trabajo invisible que realizan las mujeres para mantener a los demás cómodos y felices y lo divide en cuatro partes:

• Anticipar necesidades
   
• Generar un plan para satisfacer esas necesidades
   
• Realizar o delegar las acciones de ese plan
   
• Supervisar la realización de esas acciones

 
La ventaja de que estemos conscientes de esto es que podemos tomar acción para evitar que sea desgastante para quien así lo vive ya que el desgaste es mayor al sentir que no son apreciadas estas labores y que son desproporcionadamente llevadas a cabo por una persona, sin contar con el apoyo de su pareja y sus familiares (inclusive sus hijos).
 
Haciéndonos conscientes de ello podemos decidir qué vamos a hacer en nuestro caso particular, en nuestra familia y así nuestros hijos crecerán observando una nueva dinámica, por ejemplo, al notar que este trabajo es importante y apreciado como cualquier otro, sugiere la autora.
 
Un consejo para el hombre que recién comienza a ser consciente de que esto acontece a su pareja es que haga pausa para observar su vida,  más allá de sus típicas áreas de acción (ejemplo, su trabajo laboral y sus actividades en casa) para ampliar la perspectiva a todas las labores que implica que la vida práctica acontezca fluidamente.
 
Incluso es válido que pueda hacer preguntas, que no trate de figurar por sí solo lo que hay que hacer. Puede preguntarle a su pareja preguntas intencionales:

“¿Cómo puedo contribuir a un mayor equilibrio para que la dinámica cambie?”
 
El contribuir cada vez más en dos primeros ámbitos sería lo ideal:

- Anticiparse a las necesidades

- Generar un plan para satisfacerlas

Así no sólo se trata de esperar a recibir instrucciones, sino que se participa en las etapas previas que son las que típicamente generan más agobio en la persona que siente que en ella recae la responsabilidad.

Pero sobretodo es importante el que esas actividades que se realizan sean vistas como responsabilidad de la persona que las toma.

“Si la mujer sigue pensando en todas las actividades como su responsabilidad y quiere controlar cómo se realizan, seguirá llevando a cabo la carga o trabajo emocional relacionado a esa actividad”, dice Gemma Hartley.

Lo cual es muy desgastante sobretodo cuando además de las actividades de logística del hogar y atención de los niños trabaja también en un oficio, del cual al terminar su turno diario prosigue con “un segundo turno” en el hogar, lo cual resiente aún más cuando percibe que, por otro lado,  su pareja, al terminar su turno laboral no contribuye con esas labores del hogar de manera equitativa.

La mujer desearía no tener que pedirle que realice una actividad cada vez, considera que al ser su pareja él de manera natural compartiría la responsabilidad.

“En general cada vez más hombres comparten las responsabilidades del hogar y de la crianza de los hijos con sus parejas, sin embargo en este tiempo de pandemia, con muchos niños siguiendo el currículum escolar en casa, los padres y especialmente las mamás se sienten muy agobiados.”
 
La población más vulnerable a altos niveles de estrés y ansiedad, según las investigaciones, es el rango entre los adolescentes y personas de 45 años de edad, quienes son el grupo que más activamente criando niños pequeños, especialmente las mujeres, por ello este tema es importante atender este tema.
 
Gemma comparte que incluso a ella, que escribe sobre estos temas, y que antes de la pandemia tenía una distribución equitativa con su pareja,  al comienzo de la contingencia se sintió  abrumada por semanas haciéndose cargo de todo lo relativo a la nueva estructura escolar para los niños (pendientes, descargar aplicaciones, establecer los horarios, dinámicas, etc.) pero al darse cuenta de ello se re-organizó con su pareja en este ámbito.

¿Qué se puede hacer?

Gemma cree que la pandemia es una excelente oportunidad para hacer ajustes porque por primera vez todos están en casa juntos (o lo han estado por una temporada).


De hecho comparte que en su caso personal, ella y su esposo realizaron los ajustes de dinámica a una más equitativa por primera vez cuando su esposo perdió el trabajo y ella tenía el contrato para escribir el libro y entonces conversaron: “Ahora que estás en la casa has visto todo lo que se requiere hacer, así que vamos a hablar sobre ello y hagamos un plan”.

Así que el primer paso es comenzar a tener esas conversaciones y a trabajar en pareja.
 
Algo importante es que no será igual para todos, no se llevará a cabo de la misma manera para todos los casos, no existe un “script” o libreto que pueda usarse de manera general y que funcione para todas las parejas.
 
Dos claves son:

• Permitirnos sentirnos vulnerables
   
• Exponer que requieres apoyo

 
Lo más difícil es el miedo que sienten muchas mujeres al imaginar que no van a ser escuchadas, o que sus parejas no van a comprender o no van a aceptarlo o no le va a importar.
 
Muchas veces, por evitar ese momento de vulnerabilidad muchas mujeres prefieren seguir haciéndolo por sí mismas.
 
Además de ello, muchas veces las mujeres tienen una imagen de sí mismas como de “Súper-Mamá” o “Súper-Mujer” que las hacen crear planes y asumir compromisos muy demandantes de tiempo y energía, más allá de lo “humanamente” posible.

• Compromisos laborales
   
• Compromisos sociales
   
• Compromisos hacia el hogar
   
• Compromisos hacia sus hijos
   
• Ideas y Proyectos nuevos

 
¡Y muchas veces combinándolo todo en un solo día! Incluso ¡En una sola tarde! 

Todo esto a expensas de la propia tranquilidad y muchas veces de la propia salud.
 
Cecilia Hilkey, la anfitriona de la conferencia confesó que cuando se dio cuenta de esto, notó que tenía que soltar esa imagen de “Súper Mom”, porque esa identidad la estaba desgastando.

Entonces pudo hacer los ajustes de acuerdo a sus prioridades, como cancelar compromisos no importantes, pedir apoyo, delegar, ajustar, usar los recursos existentes, bajar la auto-exigencia, etc.
 
Gemma señala que esto es crucial y es algo que la mujer debe vigilar en sí misma para que de verdad disfrute los cambios, porque de otra forma, aunque hagamos cambios, y nuestra pareja tome en sus manos responsabilidades que antes tomábamos nosotros, si no nos damos cuenta, eso nos puede abrir la puerta a sobrecargarnos de nuevo con otras actividades “al ver que tenemos ese nuevo espacio”.
 
El perfeccionismo, el querer estarlo mejorando todo, el estar pensando cómo hacer más o hacerlo mejor, puede llevarnos a una eterna labor emocional desgastante por quererlo hacer todo y ser todo – mamá, empresaria, etc.-  de una manera ideal, como si esto contribuyera a ser “la mujer perfecta”.

Y a este destino nunca se llega, lo único que llega es el burn-out, la fatiga.
 
Por lo tanto es crucial:

• Priorizar
   
• Evaluar ¿por qué estás haciendo lo que haces? (Realmente cuál es la razón detrás, ¿es realmente necesario/conveniente/benéfico?)

 
La labor emocional es en cierta forma algo normal, es parte de la vida, y tiene sus beneficios pero cuesta tiempo, energía emocional y espacio mental, por lo que hay que preguntarse ¿qué es lo que realmente vale que yo le invierta tiempo, energía y espacio mental?
 
Tienes que tener mucha claridad en cuanto a

• Qué se queda
   
• Qué soltar

 
De otra forma lo que puede pasar es que al incorporar a nuestra pareja lo arrastremos hacia el fondo con nosotras.

Y en vez de lograr equidad y alivio,  terminemos igual, constantemente desgastándonos, y él también a nuestra par.

Gemma admite que ella misma tiene que cuidar este aspecto:

“Constantemente quería ser más y más y más… y al tener esta persona “extra” de apoyo podría tomarlo y sepultarlo conmigo en el foso sin fin”.
 
Cuando la mujer entra a este tema pensando:

“Voy a corregir a mi pareja y mi vida será mucho mejor”

En realidad no es así.

Esto se trata de reunirse y juntos decidan cómo quieren compartir su vida con esta persona.

Realizar elecciones y decisiones muy intencionales en ello.

Muchas veces al unirse las parejas charlan superficialmente de cómo “queremos que sea nuestra vida” pero no hablan profundamente de “cómo queremos estar presentes el uno hacia el otro”.
 
No se trata de “Voy a incorporar a mi pareja para así poder agregarle más compromisos a mi vida ya de por sí caótica”

El objetivo de este proceso es conectar a un nivel más profundo y hallar balance y paz en la relación.
 
Y de hecho esto aplica también a nuestros hijos y familiares que viven con nosotros.
 
Cada uno puede ver que al ser parte de la familia contribuye al realizar su parte y que esto puede ser benéfico para ellos también, sabiendo a la par, que si necesitan apoyo emocional y recibir cuidados estaremos ahí para ellos.
 
Requiere enfoque, tiempo e intención el lograr cambios en este ámbito en pro de una labor emocional balanceada y equitativa, pero es valioso el resultado, por lo que podemos empezar estas conversaciones ya mismo.

Aquí la liga al libro de Gemma Hartley